Historia de Villapalacios. Temas

El juego de La Taza de Villapalacios, una tradición genuina y única en la provincia de Albacete

Se juega en septiembre durante las fiestas patronales en unas estructuras que se construyen entre los contrafuertes de la iglesia gótica de San Sebastián. Se relaciona con el culto a la Vera Cruz extendido en occidente por los franciscanos, presentes en la localidad desde el siglo XVI, procedentes del monasterio de Villaverde y en el hospital de Santa Úrsula. -- En España solo hay dos pueblos en los que juega algo parecido: Las Tacillas en Cózar (Ciudad Real) y Las Bolas en La Zarza de Montánchez (Badajoz).

 

 

 

Por José Ángel Montañés, 14 de junio 2010. Actualizado el 27 de septiembre de 2024.

 

 

 

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Ambiente en el juego de La Taza de Villapalacios, durante una de las noches de las fiestas patronales de 2024. -- En el centro, t
odo preparado, con el dinero casado y a punto de tirar las bolas. -- Abajo, secuencia fotográfica de una de las tiradas, con resultado de pares. /FOTOS JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS

 

 

 r El juego de La Taza es una de las manifestaciones tradicionales más genuinas de la localidad de Villapalacios; una actividad lúdica y festiva que se repite año tras año durante las fiestas patronales, que se celebran alrededor del día 14 de septiembre en honor del Santo Cristo de la Vera Cruz. Es un juego único en la provincia de Albacete, y casi en toda España, que se sepa, a excepción de cercana localidad de Cózar, Ciudad Real, a apenas 50 kilómetros de distancia, donde recibe el nombre de "Las Tacillas" y con la que sin duda tiene muchos paralelos o comparte un origen común. Las dos se celebran en las mismas fechas y en honor del mismo patrón. También realizan un juego parecido, llamado "Las Bolas", en Zarza de Montánchez (Cáceres), aunque con grandes diferencias. Al final de este artículo analizamos los parecidos y las diferencias entre estos tres juegos.

La mecánica y las reglas de este juego de azar son muy sencillas: En una estructura ovalada de unos dos y medio metros de largo por metro y medio de ancho, inclinado desde el exterior hacia el interior, se coloca enterrada a ras de la superficie, una taza de porcelana de unos 12 centímetros de diámetro. A cada uno de sus lados, se realizan unas líneas incisas en el yeso cuando este está todavía fresco de unos 14 centímetros de largo por dos de ancho.

El juego es de una persona, el jugador que se sienta, contra el resto de los jugadores o las personas que quieran apostar y que se sitúan alrededor de esta estructura; unos sentados, pero la mayoría de pie asomándose para no perder detalle.

El juego comienza cuando el jugador, a modo de banca y tras esperar su turno, se sienta para tirar las bolas en el banco situado en uno de los extremos (normalmente una bovedilla de cemento). Tras sacar y mostrar el dinero que va a apostar comienza a "casarlo" con el dinero que el resto de los jugadores, en la proporción que quieran apostar: cinco, diez, veinte, cincuenta, cien, quinientos euros, etcétera. Si una de las personas quiere casar diez euros, el jugador que se sienta los junta con otros diez euros suyos.

La acción de 'casar' acaba cuando se termina el dinero que tiene la banca.

No hay más límite que el dinero que el jugador que se ha sentado a tirar las bolas quiera poner.

Si una persona del público quiere 'casar' todo el dinero al jugador que se sienta puede hacerlo, pero lo normal es que comiencen a caer billetes arrugados sobre el yeso para ser 'casados'.

Esta operación se realiza en apenas unos segundos, bajo la atenta mirada de la persona que está encargada del juego, 'el tacero', que también vigila, escobilla en mano, que no caiga ningún objeto, por pequeño que sea, sobre la zona de juego que luego afecte al movimiento de las bolas.

El dinero 'casado' se queda emparejado alrededor de los pies del jugador que va a tirar las bolas, normalmente dentro de un área semicircular que se ha marcado en el cemento.

 


Esquema y elementos principales del juego de La Taza de Villapalacios.

 

 

¿EN QUÉ CONSISTE EL JUEGO?

El jugador que se sienta dispone de ocho bolas o canicas, de cristal o barro cocido, que tiene que arrojar o tirar. Aquí no hay habilidad o destreza, sino puro azar.

Pese a lo que se pueda pensar y se diga que un jugador tira mejor que otro las bolas, solo hay mucho azar.

El que se sienta o banca juega a "pares". O sea: ganará si las bolas que caen en la taza central son dos, cuatro, seis u ocho o si no entra ninguna y se quedan todas en las dos líneas incisas en el yeso.

Por el contrario, los jugadores que han casado por fuera juegan a "nones" y ganarán si las bolas que entran son una, tres, cinco o siete.

Una vez casado, el responsable de la taza entrega las ocho bolas al jugador.

Tras colocarlas en la palma de la mano (cada uno hace con ellas lo que quiere), las lanza sobre el yeso y comienzan a correr en dirección a la taza sepultada en el yeso.

En unos segundos las bolas se detienen.

Tras el recuento. Si se oye un "¡pares!" del jugador que está sentado o de los que van con él (normalmente se sienta uno, pero lo hace por un grupo que ha hecho una 'pelota') y que observan el juego gana la banca.

Por el contrario, si lo que se oye es un multitudinario "¡nones!", no hay duda de que han ganado todos los que apostaron desde fuera.

La tercera opción es cuando todas las bolas caigan en la taza y se canta un "¡pares reales!", que demuestra la suerte o destreza del jugador al conseguir que todas las bolas caigan y así redondear una jugada perfecta.

Si gana el jugador sentado recoge su dinero y "paga" la jugada al encargado del juego a modo de propina (nunca menos de cinco euros, y siempre en consonancia con lo ganado).

Si los que ganan son los de fuera cada uno coge el dinero apostado más el dinero casado por el que se sentó. Si puso cinco euros, se llevará diez, si puso diez, veinte; y así sucesivamente.

 

Estos son los posibles resultados del juego:

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Pese a la avalancha que se produce si los que ganas son las personas que apuestas por afuera, pocas veces existen problemas ni dudas de quién es el propietario del dinero. Todo el mundo se lleva lo suyo y, aunque pueda parecer un comentario algo extraño, los problemas, si pasan, suelen estar protagonizados por personas de fuera, "forasteros", que ven por primera vez el juego. Nunca entre los vecinos o familiares de Villapalacios.

El jugador que lanza las bolas, solo se levantará de su sitio cuando pierda (está obligado a hacerlo), nunca cuando lo decida el. Tras una jugada en la que ha resultado ganador se puede guardar el dinero que el crea conveniente y seguir jugando la cantidad que considere oportuna; siendo uno de los puntos que más diferencia el juego en esta población con la vecina Cózar.

El juego se desarrolla entre los contrafuertes de la iglesia de San Sebastián, donde se venera el Santo Cristo y la estructura se construye solo durante estos días de fiestas de forma artesanalmente con yeso y ladrillo. La taza es destruida al día siguiente de haber finalizado las fiestas sin dejar rastro de su presencia.

En la actualidad, solo se realiza una taza -se fabrica una segunda, de dimensiones más reducidas donde juegan los niños, para crear afición-, pero hubo épocas, hasta los años 80 y 90 del siglo XX, en las que se instalaban hasta cuatro Juegos de la Taza en el contrafuerte de la cabecera de la iglesia de San Sebastián y en los tres situados en la calle situada a la espalda de la fachada principal de la iglesia.

Créanme. Juegues o no, se trata de unos segundos de auténtica emoción que "enganchan" a casi todos los de Villapalacios y a muchos de los que visitan la localidad en esos días. Son muchos los que juegan, hombres y mujeres, todos adultos, pero también son muchos los que miran el juego durante horas sin apostar ni un euro.

Son solo unas pocas noches al año.

Estas son algunas de las imágenes del proceso de fabricación, algunas instantáneas del juego y un video de una de las noches en las que se juega bastante dinero.

 

 

¿VÍNCULO ENTRE EL JUEGO DE LA TAZA Y EL CULTO A LA VERA CRUZ?:

El 14 de septiembre se celebra la exaltación de la Cruz en la que, según los textos sagrados católicos, fue crucificado Jesucristo. Y lo es porque un 14 de septiembre del año 628 el emperador Heraclio hizo su entrada con el madero sagrado en la ciudad de Jerusalén, donde desde entonces se veneró como una gran reliquia.

El auge de la devoción a la Pasión de Cristo aparece en España a partir de los siglos XIV y XV de la mano de monjes franciscanos guardianes de Tierra Santa. Primero en sus monasterios y luego en lugares vinculados con ellos, como hospitales, capillas y ermitas.

No sabemos el origen concreto de la Hermandad del Santo Cristo de la Vera Cruz de Villapalacios, pero podemos asegurar que se remonta a casi al nacimiento de nuestro pueblo. Luis Manrique de Lara, sacerdote de esta iglesia en la segunda mitad del siglo XVI que acabó siendo Capellán y Limosnero Mayor del rey Felipe II, fundó un convento franciscano en Villaverde, cuyos monjes tuvieron una gran presencia en nuestro pueblo y fueron, posiblemente, los responsables del hospital que hubo por entonces en Villapalacios dedicado a Santa Úrsula en el que acogían a enfermos, marginados socialmente y viajeros.

Luis Manrique también mandó construir una sacristía en esta iglesia, tal y como se puede leer en un documento que nos ha llegado: “Trajo don Luis Manrique mi señor la cruz de metal y el guion del santísimo en el mes de septiembre de 1555”. Precisamente septiembre.

En el Catastro de la Ensenada, un documento posterior del siglo XVIII, cuando en el que pueblo vivían unas 400 personas y nuestra cofradía tenía 70 hermanos, sabemos que esta Hermandad contaba con una capilla propia en la iglesia de San Sebastián; la capilla del Santísimo Cristo, construida con una bóveda gótica y donde estuvo también la pila bautismal. Un lugar que, inexplicablemente, fue destruido en la reforma del templo de 1978. No podemos asegurar si esta capilla era el mismo espacio que había mandado construir dos siglos antes Luis Manrique.

Si sabemos que era una hermandad rica que poseía propiedades, como varios terrenos; entre ellos, uno de 12 fanegas de tierra (77.500 metros cuadrados) en el sitio de los Corrales de Castilla, un lugar situado entre el camino de Cardos y Royo Sequillo.

¿Y de dónde le venía esta riqueza? Pues, entre otras cosas, con total seguridad, por administrar las ganancias de una de las tradiciones más genuinas de nuestro pueblo: el juego de La Taza, que no podemos olvidar que se juega solo en honor del Santo Cristo y junto a los muros y los contrafuertes de esta iglesia.

La hermandad del Santo Cristo tenía posesiones y tierras en el término que adquiría, entre otras, por las ganancias del juego de La Taza. En la vecina localidad de Cózar la puja para poder explotar el juego va destinado a la hermandad de esa localidad, algo que en Villapalacios se ha perdido, pero que estamos seguros de que también se producía.

 

 

ASÍ SE HACE EL JUEGO DE LA TAZA DE VILLAPALACIOS:

 

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Tras marcar la superficie ovalada en el suelo se presentan
los ladrillos para comenzar a dar la forma correcta.

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Las dos "tazas" en el lugar que van a ocupar entre los dos
contrafuertes de la cabecera de la iglesia de San Sebastián.

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Ya está construido el perímetro y se rellena la base con trozos
de ladrillos rotos.

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A punto de verter la masa de yeso blanco para compactar los cascotes.

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Comienza el vertido del yeso sobre los trozos de ladrillo.

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Últimos trabajos del vertido del yeso para dar la forma
a la zona de juego.

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Últimas operaciones de vertido de la masa para acabar
de dar forma a la superficie de yeso.

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Tres imágenes de la estructura ya terminada, donde se aprecia la forma ovalada e inclinada hacia el agujero situado en la zona central. Los asientos para el publico ya están colocados para resistir las horas de juego. También el asiento donde el jugador que tire las bolas se colocarán para arrojarlas para probar suerte. No se busca la comodidad, sino esa sensación de provisionalidad que tanto gusta a los de Villapalacios.

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Retoques del toldo que protegerá de la lluvia y el viento a jugadores y público. En todo momento se busca la sensación de provisionalidad, lejos de estructuras que perduren. A la derecha, portada del programa de Feria y Fiestas de 2009 en el que se usó una representación esquemática del juego de La Taza.

 

 

PARALELOS EN PUEBLOS DE CIUDAD REAL Y BADAJOZ vv

El juego de la Taza tiene sus paralelos en solo otros dos pueblos españoles: en el de Cózar, Ciudad Real, donde el juego, muy parecido al nuestro, se llama 'Las Tacillas', y en Badajoz, en el pueblo de La Zarza de Montánchez, donde se llaman 'Las Bolas'.

En el siguiente analizamos los parecidos y las semejanzas del juego en las tres localidades a partir de los aspectos más destacados de este juego en cada una de las tres localidades. La información se ha recogido de los diferentes trabajos publicados en la web, tanto en Cózar (Ciudad Real), como en La Zarza de Montánchez (Badajoz).

Estas son algunas conclusiones de la comparativa:

 

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IMÁGENES DEL JUEGO DE LAS BOLAS Y DE LAS TACILLAS:

 

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Espacio de juego, dentro de un corral y cubiertas de uralita.

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Forma del juego de Las Bolas, ligeramente diferente al de Villapalacios.

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Una de las grandes diferencias es que, a diferencia de dos líneas, la taza
está rodeada de cuatro que forman un cuadrado.
(fotografías obtenidas del artículo de Silvia Pérez Simón)

 

COZAR

Intalación permanente de Las Tacillas de Cózar, detrás de la
ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz. Están hechas todo el año
y cuando no se juega el espacio está cerrado con una reja. /
Foto de J. Á. Montañés

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En una fotografía del Ayuntamiento de Cózar en la que se
aprecia como la taza en realidad está excavada en el suelo, las ranuras
son más cortas que en Villapalacios y mucho más profundas.

 

REFERENCIAS:

 

PÉREZ SIMÓN, Silvia (2010). 'Zarza de Montánchez y Las Bolas. Etnografía de un juego tradicional'. Etnicex. Revista de estudios etnográficos. nº-1, 2010. pág. 101-117

EULOGIO NAVARRO DE LA TORRE; JOSÉ ALBERTO SEGURA MAESO. Cózar y Las Tacillas en Internet.

 

 

 

 

 

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